"Charlatán Helena ... Helena mía". Una carta de Octavio Paz | Cartas Gratis

2021-11-19 02:30:55 By : Ms. Trista Yang

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Acaba de aparecer en Siglo XXI Editores Odi et amo: Cartas a Helena de Octavio Paz, editado y estudiado por Guillermo Sheridan. Las 84 cartas, que van desde 1935 hasta 1945, abarcan tres períodos de su relación: las escritas al inicio de su noviazgo en 1935, la segunda enviada desde Mérida en 1937, poco antes de su boda, y las de 1944-45, de San Francisco, California, cuando el matrimonio comienza a fallar.

Reproducimos, con permiso de la editorial, una carta febril fechada en Mérida en la que el joven poeta -y docente del Instituto Federal de Hijos de los Trabajadores, creado por el gobierno de Lázaro Cárdenas- escribe sobre sus tres pasiones: el amor, la escritura poética. y actividad política.

Extensa carta del "joven comunista y humano", una de las más sabrosas y fogosas de la correspondencia (la comento en Los idilios savages, p. 201 y ss.). Dos días después, el 12 de abril, Efraín Huerta publicó en el Diario del Sureste su "Carta lírica a Paz, Cortés y Novaro" en la que elogiaba a sus amigos: "Habéis huido noblemente al Sureste, para trabajar con dignidad y entusiasmo en El amplio campo de la enseñanza. Parecen tres mosqueteros modernos de la revolución. Los envidio, sí: negarlo sería negar mis más íntimos deseos. ¿Hacer?

{{Se puede leer en mi edición de las crónicas juveniles de Huerta, Aurora Roja, en línea.}}

 Luego procede a atacar a los contemporáneos, especialmente a Villaurrutia.

Cuando puse la fecha recordé un verso “Tenía novia, me parece que fue en abril”.

{{Cita "Canción nueva de vida profunda", de Ricardo Arenales, firmada por su avatar Porfirio Barba Jacob.}}

¡Qué alegría, qué alegría tan grande! April, tú, mi novia, mi novia en abril y en mayo, mi novia en diciembre, mi novia en junio. Junio, ¿has notado cómo se llama junio? No se dice, se canta, se baila: hay un río luminoso en esta palabra, un barco dichoso y una música de aguas verdes puras. Junio, hay algo tan grave y quieto, tan delgado. Todo es mecido por un viento, y hay un piano cantando la uy la iy la o, mientras la J destila agua y la n algo madura, trigo, heno, luz, J ... uuu..niii..o . Amor, June, Helena, la felicidad está en estas palabras, en estas suaves letras que se me escapan, que tocan mi boca, que brotan de mi interior y no las encuentro. ¿De dónde viene su acento, su forma de correr? Lo tengo aquí, dentro de mí, vivo como un pájaro y luego se va por los aires. Y el aire desciende, me rodea, invisible. Tu voz, tu charla, la habladora Helena, tu andar silencioso, tu río. Helena mía.

Cuando llegó tu carta, paloma (¿te gusta ser paloma? ¿Preferirías ser un pez? Eres, a veces, como un pez largo), yo estaba en la hamaca, tumbado. Sin zapatos, con barba y mirando al techo, como un tonto. Cerca de mí, en la otra habitación, Juan de la Cabada (un muy buen y simpático compañero comunista) estaba escribiendo una historia, con cosas que acababa de recolectar de Quintana Roo. Una historia magnífica (no sé cómo lo hice, pero el material es genial y puedes hacer algo parecido a lo que ha hecho Frobenius con la cultura negra)

{{Paz menciona al etnólogo Leo Frobenius en El arco y la lira como uno de los precursores de Claude Lévi-Strauss. Parece ser el pionero de la reivindicación moderna de la "negritud", ya que compiló y tradujo historias y leyendas africanas y afroamericanas ("Nota sobre la poesía negra", Vuelta, 154, septiembre de 1989).}}

que un día te lo diré. Para que no entiendas nada, te diré que se trata de un méh, una cantarilla donde se bebe un ayux y otras cosas. Hay otra historia, el caracol, que es una mujer en maya, y la ardilla, que es su esposo. Y cómo comieron una calabaza, y cómo murió la ardilla y cómo el buitre cantó y se emborrachó y fue golpeado y ahorcado por "engañar al pueblo".

{{Se refiere a incidentes melódicos del mundo irracional (La Estampa Mexicana, 1944). La carta hace referencia al primer escrito de esa historia, cuyo manuscrito (también) Juanito perdió durante su viaje a España en 1937, y tuvo que reescribirlo.}}

 Y el buitre era un demagogo, que no sabía cantar y que llevaba al pobre caracol bajo sus alas. Y el buitre se parece a muchos allí, muchos de todo el mundo, que engañan a la gente.

{{El buitre reaparecerá un par de veces en los escritos de Paz como animal tutelar de "los graduados"}}.

 Y un día los colgaremos, para borrachos y mentirosos, y la gente comerá, sin temor a que venga el cazador, muchas calabazas hermosas y grandes. Y cosas buenas además de calabaza, frijoles y maíz escaso. Pobres, hambrientos, hambrientos, escuchando a los buitres todo el día. Tienes muchos buitres, muchos y grandes como águilas, y otros, tímidos e intelectuales, que viven del cadáver de muchas cosas, de los restos de los banquetes ajenos.

{{Está pensando en los poetas del grupo Contemporáneos, a quienes ha comenzado a censurar enérgicamente estas semanas, como lo están haciendo Huerta y Enrique Ramírez y Ramírez en México.}}

 Son los buitres que cantan después de la comida, los pobres. Los que justifican banquetes a cambio de un poco de maíz.

Lo que te iba a decir no era esto. ¿Qué te preocupan los buitres? Estaba en mi dormitorio. Un día sin dolor ni gloria. Vi el techo y un cielo gris, casi prisión. No estaba triste. Pensé que, al fin y al cabo, la vida del preso es algo bueno, sin tener que salir y decir: buenos días. Y estabas en la habitación. Estabas ahí, diciendo que eso estaba muy bien y que era mejor estar tumbado en la hamaca, sin calor (el calor ha cesado, desde el norte). Y decir que era un dolor tener una habitación tan pequeña y sin camas, y con solo una silla y libros en el suelo. Que era demasiado bohemio, demasiado incómodo, incluso incómodo. Pero la hamaca, por otro lado, era enorme y de muy bellos colores. Y luego te quedaste en silencio y me escuchaste. Y yo decía que cómo iba a llegar a México, y cómo volver contigo o quedarme ahí, y las cuentas me ponían de mal humor, y luego tú y yo empezábamos a hablar de tonterías y yo te besaba un rato tiempo, y te prometí mil besos y te di otro beso. Y pensé que sería muy bonito si estuvieras desnudo, cubierto solo por la fina red azul y dorada de la hamaca, con tu cabello tocando el suelo. Y yo estaba en eso, en tu desnudez, cuando me dijiste que tu pareja era muy cercana y que solo una delgada pared de madera dividía la habitación. Entonces pensé que debería elegir otro lugar en la escuela, más cómodo. Tenía ese miedo cuando llegó Cortés Tamayo con las cartas. Y luego leí el tuyo. Después canté y dije que la vida a veces es muy generosa y que el correo es tan hermoso como un crepúsculo. Y como la alegría me sigue, y la confianza, la enorme, grandiosa, desproporcionada confianza que me inspiras renace, y la confianza en mi fuerza renace en mí, te escribo así, sin zapatos, despeinado y barbudo, con la seguridad de mi alegría, mi fealdad y mi insolencia. De mi insolente juventud, que te está dando besos y mascando chicle y diciendo tonterías. Llegaste a mí en una carta cuando te despediste con miedo.

Ahora te contestaré punto por punto. En Mérida hay toros. No hay toreros, pero para eso hay aviones, tontos y estúpidos, y los toreros vienen en los aviones (aquí viene un barco cargado de ... ¡toreros! Que se llama Garza y ​​otros que se llaman Solórzano.

{{Los matadores de la época, Lorenzo Garza y ​​Jesús “Chucho” Solórzano, quienes el día 11 tendrían un mano a mano en la Plaza de Mérida, para el cual Paz tiene boletos. En Sala de retratos hay un ensayo sobre la afición de Paz por la literatura taurina y taurina.}}

 Y las llamadas a veces dan excelentes tardes y se ve a un señor Chucho peleando por las verónicas, y se grita, porque la plaza es como la de Cádiz o la de Tetuán (o algo en Marruecos donde somos de legionarios comunistas). )

{{Se recordará que el norte del actual Marruecos era un protectorado español y que Tetuán era su capital. Desde el comienzo de la guerra civil, ha sido un lugar de intensos combates.}}

 Y tiene tan buena tarde que piensa repetirlo y repetirlo mañana si, como yo, han comprado las entradas para el mano a mano del 11 de abril. Y otra cosa. El señor Domingo no viene pronto, aunque según me dijo el Gobernador llegará, en lugar de hoy, el próximo domingo. ¿Cómo anunciará Clemente [López Trujillo] que el ídem viene el domingo? Pero las reuniones continúan y cada día que pasa adquiero una mejor conciencia de clase. Tal vez tarde un poco, pero pronto podré decir que soy comunista, es decir, un hombre al servicio del partido universal de los trabajadores.

{{Paz estuvo cerca de solicitar su carnet de miembro como miembro del Partido Comunista Mexicano, pero parece que no dio el último paso. Llevaba algún tiempo estudiando El Capital, aunque dijo que le habían interesado más las "cuestiones filosóficas de Engels", a quien cita por primera vez en 1935. Algunas de estas lecturas transpiran en "Entre la piedra y la flor" y en "Vigilias II".}}

Y luego, con tu vital confianza y la racionalidad de mi cargo político, podré trabajar mucho para los míos, para los únicos, mi amante, que debe ser nuestro, a pesar de todas las desilusiones de los buitres y los escorpiones. y de las cucarachas, por las mías, por las tuyas, por todos los trabajadores de la tierra.

{{Sobre la violencia verbal de Paz, ver "Trachea rattles" en Room with portraits, una sección de la cual analiza el uso de símiles de animales.}}

 Ahora soy estudiante de política, pero ya tengo algo de experiencia y sé lo malo que hay y cómo se aprovechan de uno: pero no soy chambista y menos oportunista, pero quiero trabajar por el único bien que hay. en la tierra, por lo único digno, a pesar de las sonrisas de los convocantes, a pesar de los traidores, a pesar de la pequeñez, el resentimiento y la maldad de los propios compañeros comunistas. Entre su maldad y pequeñez y la podrida miseria de los demás. Helen, ¿puede vacilar un hombre digno? Ahora lucho por la unificación del proletariado, en un momento en que se desarrolla una campaña contra el Partido. Ricardo [Cortés Tamayo] y yo acabamos de sorprender un radioteléfono, casualmente, buscando una ola, donde se habla de expulsar a todos los comunistas de la CTM.

{{Vicente Lombardo Toledano, líder de la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM) desde 1936, había convocado el Congreso Nacional de Unificación Proletaria.}}

 No podrán. Aquí hay al menos dos diputados comunistas, que dan su salario, menos un tercio, al Partido. Ellos, si los dejan, irán a la Cámara este año. Entonces, por primera vez en México, se escuchará desde el Parlamento algo mejor que la marihuana del PNR.

{{El Partido Nacional Revolucionario, que cambiará su nombre a Partido de la Revolución Mexicana en 1938, durante la presidencia de Cárdenas, y eventualmente a Partido Revolucionario Institucional.}}

 (Helen, a ti no te interesa todo esto, lo sé. No te interesa y además no lo digas. Sé discreto.) Hay otra forma, hay muchas formas, para tiburones y cucarachas y serpientes. Para el hombre solo hay uno. Y que ya sé de qué se trata.

Tengo casi lista la primera parte de un poema. Se trata de henequén.

{{Nuevamente, es "El henequen" ("Entre la piedra y la flor"). Has olvidado que ya te había escrito sobre ese asunto. Que te refieras a "la primera parte" implica que ya tienes un plan previo para las siguientes.}}

 Del hombre esclavizado por el terrible cielo y la tierra de Yucatán. El henequén, que debería salvarlo del hambre que asoló la cultura maya (la arqueología es otra de mis aficiones y te enviaré fotos y quizás un ensayo en una revista que vamos a publicar)

{{Paz toma fotos de los sitios arqueológicos que envió a la UNAM, donde se conservan. El proyecto de la revista Golfo de México no terminó.}}

 y la época colonial, no hizo más que esclavizarlo más. El hambre continuaba. Y los sinvergüenzas que controlan la vida aquí (marginados y vendidos, burguesía feroz y despiadada de violadores y traidores, silenciados por la casta intelectual) han construido Mérida y los ferrocarriles y todas las flores y los panes y los jardines con esa sangre india. mestizo. En la primera parte está el paisaje, físico y moral. La tierra, el cielo, el henequén, el hombre. Es la parte más sencilla. Entonces vendrá el otro. Un gran poema, casi un libro. Y además, corrijo los poemas de junio, que, como sabéis, son cinco. Y planeo rehacer los otros que conoces.

{{Se refiere a dos que reunió en Raíz del hombre (1937) y en En el fin del mundo (1942), ahora legible –muy cambiado– en la sección “Primer día” de Miscelánea I. Primeros escritos, tomo 13 de las Obras completas, y en Obra poética I, tomo 11.}}

 Y la novela. Trabajo de cuatro o cinco años. No hay prisa. En total, algo que puede ser obra de la que Will Not Pass y The Root es un preludio.

{{¡No pasar! (1936) es su poema solidario con la república española. Root of Man es la colección que apareció en enero de 1937.}}

 Pero más maduro. Más equilibrado. Casado contigo, comunista y joven humano. Un poco idiota, pero renovado para ti. Les voy a enviar una versión provisional del poema. No se lo muestre a nadie. Dame tu juicio.

[Al margen] Te lo enviaré más tarde. Lo escribiré más.

Estaba enojado por Toscano.

{{No sé qué hizo tu amigo Salvador Toscano, compañero de la revista Barandal, para merecer este comentario. Unas semanas después, será testigo de la boda civil de Garro y Paz.}}

 Pero eso es porque quizás al principio has caminado mucho por ahí, has cometido alguna imprudencia. Eso no le quita al otro, y me han dado ganas de ponerle una tarjeta. Pero es inútil. Empeoraría las cosas. Eso solo se puede combatir con silencio e ignorando, evitándolo y con perfecta dignidad. A tal Gálvez

{{Ramón Gálvez, boceto de un poeta que, efectivamente, colaboró ​​en Taller. Le voy a dar lo que se merece, en lo que más le duele. ¡Qué molestia tengo que haber sido ingenuo para ser amable y publicarlo en Workshop!}}

¡No solo por el sitio, sino por la repugnante compañía de ese tipo! Le daré lo que se merece. Y tú, evita eso, ya que sabes cómo evitarlo. Quizás su amabilidad o sus palabras, demasiado inusuales para ese idiota que tiene un concepto bestial y feudal de la mujer, le hayan hecho pensar lo contrario. Si no lo hubieras escuchado, no habría pasado nada. Con respecto a la U., ve lo menos posible, por la razón que tú mismo dices que tienes, por la causa que tú, ya te lo había dicho, has vivido (físicamente no puedo escribir correctamente, en español). No cedo en el nombre y espero que esta sea la última carta que les pido. Ya sea un amigo o no. Yo, ya sabes, estoy lejos, pero tengo derecho a saber y, sobre todo, a salvar cosas para castigar a perros, bastardos y traidores.

En cuanto a esa chica, creo que es una mala compañía. El hecho de que sea mi "amiga" es algo ocasional. Creo que muchos pueden decir lo mismo. Estas son personas con las que absolutamente no debes pasar el rato. Y lo mismo de Villaurrutia.

{{Villaurrutia fue el director de la puesta en escena de Perséfone, la pieza de Gide.}}

 Creo que de ahí viene la frase de T [oscano] (quizás). Es un grupo de personas que manchan y que también me atacan. ¿Soy muy absorbente? La ausencia me ha hecho así. Sin embargo, quita los celos, la pasión y hasta el amor de mis palabras, y verás que son justas.

¿No has visto a [Enrique] Ramírez? ¿Qué hay de él? Por favor, sí, como indiqué en mi última [carta], no está enfermo (recibimos una carta en tono de broma diciéndonos que está en el hospital y tenemos dudas),

{{En la citada “Carta lírica”, Huerta escribirá que “Ramírez y Ramírez está hospitalizado, postrado en el lecho del dolor, esperando que alguien componga un tango quejoso”.}}

 Recuérdele mi asunto, porque Marcelino [Domingo] viene con González Aparicio, entonces la carta y la recomendación de que hable con el gobernador cuando venga estaría bien. Y además, que te doy el material del Periquito,

{{La sabrosa "Columna del Periquillo" apareció en el diario El Nacional firmada por "EHM", iniciales que escondían Efraín Huerta y Antonio Magaña Esquivel. Reunía información semanal y chismes sobre la vida culta de la capital.}}

Creo que no me queda nada que decirte. Solo mi recomendación, ahora furiosa y exigente: cuidado con las locuras. Te vas a la cama, llamas a un médico y haces ciegamente lo que te dice que hagas. Sin paseos, sin baile, sin escuela, sin amigos. Sanar. Sanar. Sin lágrimas tontas, mi amor, sin ira, tratando de reconstruir. Esto es algo importante. Algo vital, algo que no se puede posponer y con lo que no se puede jugar.

Otra cosa. Desafortunadamente, la sorpresa no es esa. Quizás más tarde sea posible, aunque prefiero que, si voy, sea para casarme y no para dar un paseo. Pero la sorpresa existe. Puede que no sea pronto, pero llegará. Es algo que no puedo decir, por ahora.

Helen, todas las recomendaciones terminaron. C [ortés] T [amayo] me dice que te salude, que te suplique, conmigo, que te acuerdes de los exiliados, y que nos envíes L. de M. [Cartas de México]. Novaro también te saluda y te manda un abrazo.

Son las once en punto. Un día nublado, con todas las apariencias de frío, con todo el aparato de hielo, pero cálido, absolutamente. Sin embargo, la gente de aquí tiene que pensar en el frío. Solo hay una ligera bruma, un calor invisible del amanecer. Te escribo antes del baño. Estamos esperando a que unos amigos vayan a nadar. Quiero continuar con la letra truncada. Te conté todas las recomendaciones, esas molestas e inmediatas recomendaciones, recordatorios y pedidos. Pero, ¿qué te he dicho de mí, de mí, que a veces estoy en el vacío, viviendo solo externamente, en lo que pasa, estéril y estéril, sin dejar rastro, algo que me exalta por dentro? A veces tengo la impresión de que no estoy vivo, sino que estoy vegetando. Y no me asusta. Y veo en ti, con vehemencia, la vida, lo inesperado, lo que nos sacude de repente. El milagro, lo inesperado. Nunca eres lo que se espera, mi amor, sino lo que nos asalta en medio del camino, cuando doblamos una esquina; lo que me separa de muchas cosas, y también lo que me une a otros imprevistos.

Qué lejos de mí la retórica, los pensamientos, las frases, todo aquello con lo que intentamos engañar, seducir o someter a la realidad. Siempre luchando por comprender, canalizar, traicionar. Bueno, eso es lo que haces: traicionas la realidad, cambias con ella. Siempre la eterna debilidad por aceptarlo, pero siempre también la eterna exigencia, la eterna cobardía, de no aceptarlo como es, pero con condiciones, con restricciones. Y el pretexto incurable de dirigirlo. Y eso que está fuera de mi voluntad o de mi razón, algo que podría ser mi voluntad para derrotar la realidad. Y, Helen, todavía tengo que vencerla. La golpearé, siempre, a cualquier precio y a cualquier precio.

Ayer quise continuar la carta pero no pude. Ahora, también, sé que cuando lo termine querré continuar. Es terrible no tener a alguien con quien hablar, y cuando quieres escuchar, no tienes a nadie a quien escuchar. Creo que cualquier voz humana me molesta en este momento. Me gustaría que estuvieras aquí, no para hablar ni hacer nada. Que estabas callada, tocándome la cabeza, a mi lado, sin besarme, pero desvergonzadamente desnuda. Te quiero desnuda, larga, fina, alta Helena. Te quiero desnuda, sin velos, tocando mi cabeza. Y tranquilo, aunque con un leve temblor en las piernas. Y que no me hablarás de nada, sino de lo inmediato y accesorio. ¿Es eso posible? Sí, tiene que serlo. Hay que vivir un día, una hora, no sé cuánto, sumisa, tranquila, dócil para mí, desnuda y lenta. Sin pensar en nada, sin desear nada.

{{Comenté en Wild Idylls (págs. 218 y ss.) Sobre estas fantasías en las que Helena aparece quieta e inmóvil, algo de hurí y algo de Pietà. La pareja en una especie de post-coito perpetuo, el "latido del tiempo" del éxtasis sexual imaginario convertido en un eterno ahora, "a la altura del cuerpo y la pérdida del cuerpo". La representación de Helena es lasciva y pasiva, sexual y maternal a la vez.}}

 Déjame el pensamiento y la vida. Tú, como una planta, como mi aliento, estás a mi lado, crece de mí. Eso es lo que quiero de ti, lo que quiero. Pero tú también existes, tienes una conciencia diferente a la mía. Eso me pone muy triste, porque tienes intereses distintos a los míos, deseos, sueños.

{{En “Vigils IV” (en Complete Works, volumen 13, p. 171), escrito en este momento, escribe: “Saber que tienes deseos, sueños, preferencias, ha sido un descubrimiento inusual. He descubierto que no es ese ídolo, esa criatura enigmática, vacía de todo lo que no era mi amor, lo que imaginaba. Existe, tiene una vida diferente. No es lo que pienso, no es mi creación. Ni mi sueño ni mi razón lo han engendrado. Podría existir incluso cuando yo no existiera. Mi amor no lo modifica, ni lo cambia. ”}}

 Un mundo abierto a tus ojos, un mundo que no es mío, y que a veces es mi enemigo. Tu mundo, el mundo que amas no es mío, no lo quiero y hasta lo odio cuando creo que es tuyo. Tuyo. ¿Puedes tomar algo? Sí, piensas en muchos labios, en muchos cielos, en muchos países, en muchas alegrías que no son mis alegrías, ni mis labios, ni mi cielo, ni nada mío. Pero no debes tener nada. Ni siquiera un destino. Debes estar desnudo, también de la memoria y el deseo, de tu destino y del mundo. Solo debes ser mi planta, la planta que creo, la que solo vive en las caricias que me da, en el beso que me da, en la vida que yo le doy cuando ella me da su vida.

{{En Wild Idylls (p. 216) comenté la fantasía de encerrar el poder de la feminidad en una planta fuera del tiempo: Helena como árbol. Anticipa la hija de Rappaccini (1956) y una serie de escritos sobre la metaforización del amor y el deseo en los árboles semes.}}

Hay una radio que suena horriblemente fuerte. Y en la calle, ciudad muerta, solo se oye el ruido de los cascos de los caballos en el suelo. Nada mas. Y tú estás aquí, siempre, Helen, como angustia, como rabia y, a veces, como desesperanza. Pero tu retrato, algo que te materializa, una carta, tu cabello, todo me trae de vuelta a ti. A ti, Helen, que lamentablemente existes sin mí, que vives sin mí. No quiero que vivas más que en mí, no quiero que seas diferente a mí. Que estabas tan apegado, apegado, que eras yo. Eso es lo que quiero, mi dulce amor, el mal y el bien, siempre distante, siempre fuera de mí, siempre, incluso cuando me amas, amando a tu Octavio, no al mío, no al que yo quiero que ames.

Sé que es el engaño de la posesión absoluta y total, la posesión que nunca se logra. También sé que si se lograra esa posesión, el amor no existiría. Lo sé, sé que mi soledad, la angustia de saber que existes como algo más que yo, es la condición de mi amor. No te amaría si estuvieras dentro de mí, pero sufro porque no existes así. La sobriedad del amor, la perfecta comprensión, todo lo que significa libertad, es algo que está fuera de mí, algo que existe, pero que rechazo. En esa lucha yo vivo, que es la lucha de la realidad, de tu realidad, contra mi deseo. Y es lo que mantiene mi deseo, lo que lo exaspera y lo hace exigente.

Mi amor, mi dulce, rubia, ¿qué estás haciendo ahora mismo?

{{En The Double Flame (10: 246) escribe: "La pregunta del amante celoso, ¿qué piensas, qué sientes? No tiene más que la respuesta del sadomasoquismo: atormentar al otro o atormentarnos a nosotros mismos"}}.

 ¿Tienes la misma tristeza que yo, la misma angustia, las mismas ganas de callar y ser acariciada suavemente? ¿Tienes el deseo de vivir en la intimidad, descuidado, sin restricciones, del hombre y la mujer? ¿El deseo de asistir a mi vida? Probablemente esté dormido, enfermo o riendo, feliz o pensando en otras cosas. Y es lo más seguro, y uno no debe sufrir por ello, debe comprender que es natural que ocurra. Bueno, deja que suceda, pero que yo, como tú eres para mí, sea el fondo que envuelva todas tus acciones y deseos, el color único que mancha tu alma. Es tan fácil de olvidar, ¡y especialmente en México! Me dices que debería ayudarte a recordar, pero no quiero eso: olvídame, si puedes hacerlo, si soy olvidable. No es orgullo, ni vanidad, ni resentimiento. Eres inolvidable, no tengo que mirarme para recordarte. Cuando no estoy pensando en ti específicamente, estás presente de manera invisible. Saboreo las cosas, las pruebo, para luego saborearlas contigo. Claro que tengo miedo, miedo de vivir con algo que no existe, con una Helena que, a mi regreso, no es la que yo pensaba que era, una Helena amargada que no me conoce; una Helena que tiene nuevos intereses, que sigue cambiando de alma.

También tengo miedo de que Helena me espere y encuentre un Octavio diferente, un Octavio que la decepcione. Sería espantoso. Pero, ¿cómo detener el tiempo, para que nuestra piel, nuestra lengua, nuestra alma, no cambie? Tú, ahí, no alimentes fantasmas, siempre piensas, sin esforzarte en pensar, claro, que Octavio es algo real, concreto, humano, lleno de cosas desagradables, de deseos y caprichos sombríos muchas veces. No me idealices, intento no idealizarte, ni deshumanizarte, ni demonizarte, sino tener la verdadera imagen de ti, la de mi Helena, que, algún día, podré modelar, convertir en algo de mía, en algo que, no siendo mío, sea lo suficientemente generoso y sabio para ser lo mío.

{{Sobre el pigmalionismo de Paz, véase Wild Idylls (pág. 215 y siguientes).}}

Helena mía, ¿te estoy hablando quizás con amargura, con una voz molesta? ¡Quiero ser tan desdeñosamente joven, tan completamente viril y heterosexual! ¡Es horrible tener que ser mezquino, tener que usar el engaño! (Digo esto porque me golpeó la idea de que para vivir y triunfar en el mundo era necesario que yo fuera un hombre dúctil con mis deseos, astuto). Te quiero aquí, día y noche, como mi socio, como la mujer que me exalta. Sé que es posible, pero que es a través de mi deseo y el tuyo, no solo a través del mío. Te beso, te acaricio, tiemblo a tu lado, escucho tu temblor, tu timidez. Quiero que existas solo en lo que me responde, en lo que me acaricia, en lo que me envuelve de gozo.

{{En Bajo tu clara sombra, el "deleite" erótico aparece con frecuencia. Un poema con ese título sobrevivió a la purga inicial y aparece en la Obra Poética.}}

 Delicia, Helena, delicia de tus labios, de ti, de todo tu cuerpo y de tu voz. Y también tu inteligencia, que tendrá un canal nuevo y más realista en contacto con la mía. Más duro, más terco, más paciente y lleno de humanidad. Dura, inflexible, así debe ser nuestra alma. Duro y humano, como la carne, que es duro y tibio, inocente, como tus pechos, como tu aliento, como todo lo bueno que tienes. Y lo sabía, lo sabía, Helen. Palabras, palabras, que no tienen otra respuesta que la que podamos darte en la vida, más respuesta que la de nuestros labios unidos para siempre.

Tuyo, mi amor, mi amor.

Helen: no escribas, no lo sabes. Quiero que te peinen igual, porque me aterroriza no poder reconocerte o que alguien (yo, tal vez) crea que eres otra persona. Tu chiste de Tavucho es encantador, pero aquí son muy idiotas y tal vez me pongan un sobrenombre, un sobrenombre y no un nombre cariñoso.

{{Debe asumirse que Helena había puesto "Tavucho" en el sobre, como destinataria.}}

No me hables de Deva. Ella es antipática y olvidadiza. Besos, muchos besos.

Ponte los diamantes. Un ensayo de Vivian Gornick

Ponte los diamantes. Un ensayo de Vivian Gornick